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La elegida, el animal falleciente, con Penélope Cruz

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La elegida

La elegida

La vejez resulta inesperada para todos y no todos tienen el valor de enfrentarla, son dos frases casi vacías, o cuando menos manipulables en el contexto de la sátira intelectual que utiliza Philip Roth para introducirnos en una desconcertante comedia negra sobre la naturaleza de la edad y los sentimientos humanos, y con Nicholas Meyer nos entregan una película poco recomendable para quienes pretenden ir al cine esperando un poco de olvido de sí y el mundo que le rodea, aunque eso depende de ese mundo y quien lo mire. La cinta se llama paradójicamente La elegida, y por el reparto no la hubiera elegido en primera instancia, salvo por recomendación amigable.

Penélope Cruz más hermosa que jamás, encantadora porque Meyer logra sacar de ella a esa emigrada que adopta lo mejor de sus maneras para ser alguien en el extranjero y Ben Kingsley adornando la vejez con una sabiduría que solo choca por el tiempo verbal en que es narrada la cinta, un pasado compuesto que nos habla de todo como anterior aunque lo vivimos con los protagonistas, extraño recurso que en literatura no solo es válido sino agradable y aquí, en imagen, choca con nuestra percepción y parece una burla al espectador.

La premisa principal que maneja en la superficie es el vacío de las relaciones de pareja, por momentos Roth nos lleva por la duda de cuándo el amor de un hombre mayor (o francamente viejo) se va a convertir en un espectáculo ridículo ante él mismo y quienes lo quieren, pero esta visión de la vida sexual es vieja en Roth, al menos desde El lamento de Portnoy, así que no debería ser extraño, pero lo sorprendente es cómo nos lleva a algunas certezas sabias hacia el final, porque lo hace engañándonos abiertamente y enfrentándonos a sentimientos elementales e indeseables como la lástima, pero solamente para volverlos un espejo donde ver la realidad del amor, de su ausencia de claridades y limpieza, de su alimento en lo peor de cada uno para hacer realmente sólidas las relaciones verdaderas.

Solo con el advenimiento de la relación real entre el snob David Kepesh (Kingsley) y Consuela Castillo (Cruz) podemos entender cuál es el animal que agoniza: el atavismo humano que hace de la relación de amor una utilitaria, conveniente, y la convierte en una de compromiso y necesidad profunda, no simplemente de placer o satisfacción sino de construcción en conjunto. Y es que la vejez no es asunto de broma, salvo para los muy jóvenes, hasta que descubren las arugas, como Jessica (Jenny Aguter) en Fuga en el siglo XXIII lo hace en el rostro de Peter Ustinov, como medallas en una competencia de la que no todos salen incólumes: vivir.

Penélope Cruz

Penélope Cruz

Es una lástima que la pronunciación sajona pierda el bello nombre del personaje de la Cruz, Consuelo, tan bellamente latino y significativo culturalmente, para este “consuela” que suena a masturbación, pero sirve en función de la personalidad esnobista de Kepesh y su curiosidad que cuando menos sigue una diferente derrota en el prejuicio hacia la mujer “latina” y jamás recurre a lugares comunes para explicar su fascinación por la estudiante cubana (¿gallega?) que cambia su percepción del mundo y de sí mismo, aunque también de lo humano, le hace comprender la diferencia entre la bestia que se guía por la inmediatez y el humano que lo hace en perspectiva, de ahí el título original de Rorh: la bestia que fallece, que muere en nosotros cuando alcanzamos la verdadera humanidad, y que si no fuera por una buena amiga me habría perdido en este DVD Columbia que, curiosamente, puede verse hablado en catalán y gallego, para quien los disfrute.

Curioso que sea la obra de una mujer (proyectada además en el personaje femenino, que lleva por segundo apellido el de ella: Castillo) lo que por demás explica la ternura y comprensión con que se nos presenta al personaje masculino, a todos, porque la amistad de Kepesh con el poeta George O’Hearn (Dennis Hopper) resulta ejemplar en la filmografía de la edad avanzada y la amistad (solamente hay algo así en A punto de partir, y cristaliza muy diferente), que también explica la maduración (palabra favorita del personaje de Hopper) de un hombre como todos los de esta generación de viejos (la nuestra) que no ha tenido una adolescencia muy feliz pero la está viviendo muy larga; como sea, consigan el disco. Y si no pueden no es mal sustituto Venus que comparte la adoración voyeurística por la mujer y el buen gusto por el arte.

La elegida. (Elegy). D. Isabel Coixet. Con: Ben Kingsley, Penelope Cruz, Dennis Hopper. Guión: Nicholas Meyer según la novela de Philip Roth. US. 2008.

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